Sunday, May 31, 2020

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Inquebrantable: Mi Historia, A Mi Manera (Atria Espanol) (Spanish Edition)

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About the Author Winner of fifteen gold records, fifteen platinum records, and five double platinum records, with more than fifteen million records sold in all, Jenni Rivera (1969 � 2012) was one of her or any generation�s most popular and in-demand artists, not only in Mexico but also in the United States, selling out performances at such prestigious venues as the Staples Center, the Kodak Theatre, the Nokia Theatre, the Gibson Amphitheatre. In Mexico, she held a sellout performance at the Auditorio Nacional and performed a concert for 80,000 people in Quer�taro. Jenni was also one of the decade�s most award-winning artists. In 2009, she earned a record-breaking�eleven�Billboard Award nominations, becoming the first female regional Mexican performer to be so honored.� Read more Excerpt. � Reprinted by permission. All rights reserved. Inquebrantable 1 �No eres t� la vieja de El Cinco? Ahora estoy, entre luces hermosas, mas cuando estaba sola, s� que Dios me cuid�. �De �Mariposa de Barrio� Domingo 26 de enero de 1997. La noche comenz� en El Farallon, un club popular en Lynwood, una ciudad en el condado de Los �ngeles, California. El Farallon es donde uno va a pasar el rato con sus amigos y a perderse en la m�sica, olvid�ndose de todo por unas pocas horas. Ah� fue donde conoc� a Juan L�pez, mi segundo marido, despu�s de que nuestras miradas se cruzaron en la pista de baile. Lo m�s importante es que El Farallon era donde muchos cantantes del g�nero regional mexicano iniciaron sus carreras. Y fue donde decid� grabar el primer video musical de mi canci�n �La chacalosa�. Mi padre ten�a una relaci�n de negocios con Emilio Franco, el due�o de El Farallon. Franco nos dio permiso de grabar el video en el club antes de que las puertas se abrieran a las 9:00 pm. Mi padre, conocido por muchos como Don Pedro Rivera, era uno de los productores m�s reconocidos de m�sica regional mexicana. Siempre hab�a sido mi m�s grande apoyo, especialmente en esos tiempos cuando yo estaba luchando para darme a conocer. �l ten�a planes de comprar tiempo comercial en radio y televisi�n para este video y promover �La chacalosa�. En ese entonces todav�a no ganaba mucho dinero con mi m�sica. No quer�an tocar mis canciones en la radio porque me negaba a ser la t�pica cantante latina. Deber�a haber sido m�s joven, m�s delgada, m�s calladita, m�s tranquila, m�s tonta. En la comunidad latina, las cantantes femeninas ten�an que ser hermosas y flacas, y su m�sica sin sentido. Las cantantes latinas eran vistas, no escuchadas. Pero yo no era una belleza. Dec�an que era gorda y que no pod�a cantar. Cantaba corridos pesados, �con ovarios!, y creo que esto intimidaba a los hombres. No hab�a ninguna otra mujer cantando corridos. �Era lo mismo a una mujer rapeando! Dec�an que las mujeres no �ramos lo suficientemente fuertes o aut�nticas para cantar sobre el mundo peligroso de los narcotraficantes. La gente en la industria trat� de hacerme cambiar. �Si quieres tener �xito en este g�nero�, me dijeron, �tienes que hacer esto y lo otro�. Un mont�n de mujeres se dejaban coger para que su m�sica fuera tocada en la radio. �A la chingada con eso! Yo no lo har�a. Quer�a triunfar a base de mi talento o no triunfar en absoluto. En el tiempo en que estuvimos grabando el video de �La Chacalosa�, yo trabajaba como agente de bienes ra�ces para mantener a mis tres hijos y a m�. La m�sica era algo secundario. Juan L�pez, el hombre con el que m�s tarde me cas�, estaba cumpliendo una pena de prisi�n de siete meses despu�s de ser acusado de contrabando de inmigrantes. Lo iban a dejar libre en tres semanas. Ya que yo no quer�a ir sola, mi hermana Rosie y su amiga Gladyz me acompa�aban cuando sal�a por la noche a alg�n concierto de m�sica. Esa noche se sentaron en el club, que estaba casi vac�o, vi�ndome hacer varias tomas de la canci�n. Pens� que �bamos a terminar a las nueve, pero acabamos de grabar hacia las nueve y media. Los clientes empezaban a llegar a la barra. Antes de irnos pas� al ba�o. En cuanto sal� de ah�, un hombre me agarr� del brazo derecho para que le prestara atenci�n. ��No eres t� la vieja de El Cinco? �dijo. El Cinco era el apodo de Juan. Hacia hoy en d�a a�n puedo recordar claramente haber mirado los ojos verdes de ese g�ey mientras me jaloneaba del brazo. Me estaba haciendo encabronar y lo sab�a. ��D�jame en paz, cabr�n! �le dije mientras me alejaba, pregunt�ndome c�mo era que �l conoc�a a Juan y por qu� le importaba si yo era su mujer. Recog� mis cosas y sal� del club con Rosie y Gladyz. Ten�a un poco de prisa ya que ellas estaban en la prepa y era entre semana. Quer�a llevarlas a casa lo m�s pronto posible para evitar problemas y para que siguieran dej�ndolas salir conmigo. Yo ten�a pocos amigos, sobre todo porque Juan los asustaba con su pinche mal humor y sus majader�as. Ahora que estaba en la c�rcel, yo andaba sola. Pasar el rato con las muchachas era divertido y me ayudaba a distraerme hasta que lo dejaron salir del bote. Primero dej� a Gladyz en su casa en la avenida Walnut en la ciudad de North Long Beach y luego dej� a Rosie en casa de nuestros padres en Ellis Street, a pocas cuadras de distancia. Eran las 10:30 pm, as� que nos salvamos del rega�o. Una vez que me asegur� de que Rosie hubiera entrado, le sub� el volumen a la m�sica y me dirig� a casa. Yo viv�a en la hermosa �y adornada de pandillas�ciudad de Compton. Como trabajaba de agente de bienes ra�ces, hab�a invertido en una casa all� y decid� vivir en ella por un tiempo. No era el mejor barrio, pero yo estaba feliz de tener mi propio hogar. Ya me andaba por llegar a mi cama esa noche. Estaba cantando con mi cassette favorito, 15 �xitos de Marisela, mientras conduc�a por la autopista 91 oeste. Cuando volte� a la derecha en la avenida Central, el carro detr�s de m� me ech� las luces. Mientras m�s se acercaba yo reduc�a la velocidad para ver si sab�a qui�n era. No reconoc�a el peque�o carro deportivo de color blanco y no lograba ver qui�n manejaba. El conductor encendi� sus luces otra vez. �Qu� chingados? �Acaso estaba manejando demasiado lento? �O se me hab�a olvidado poner la pinche se�al? De repente, el carro aceler� al lado de mi Ford Explorer verde, con la clara intenci�n de sacarme de la carretera. Fue entonces cuando me di cuenta de que no s�lo una, sino tres personas estaban en el carro, y empec� a asustarme. Aceler�, con la esperanza de que s�lo me estuvieran vacilando. No lo estaban, manejaban detr�s de m� y luego aceleraban y trataban de sacarme del carril para que me estrellara contra los carros estacionados en la avenida Central. ��Chingado! �Qu� voy a hacer ahora?�, me dije. Me acercaba a mi casa en la avenida Keene y no quer�a que ellos supieran d�nde viv�a. Ya que Juan estaba preso, yo estaba sola con mis tres ni�os. Nuestra casa hab�a sido robada apenas dos meses antes y se hab�an llevado todo. As� fue como los vecinos se dieron cuenta de que mi pinche hombre estaba en la c�rcel y no estaba ah� para protegernos. Todo esto pasaba por mi mente mientras daba vueltas a la cuadra, rogando que esos g�eyes desaparecieran m�gicamente. Todo mi cuerpo estaba temblando. Por �ltimo, me detuve cerca de mi casa, aunque no frente a ella. �A lo mejor ya se largan�, me dec�a a m� misma. �Qu� mensa! El carro se detuvo detr�s de m� y pude ver que los hombres estaban listos para salir. No supe qu� hacer y el miedo se apoder� de m�. Decid� que iba a huir. Me echar�a a correr lo m�s r�pido que pudiera, as� como mis hermanos me ense�aron cuando �ramos ni�os y jug�bamos al beisbol. Abr� la puerta del carro y me ech� a correr con mis zapatos de tac�n alto, gritando a todo pulm�n. No mir� hacia atr�s. Pod�a o�r sus botas corriendo detr�s de m�. Corr�, grit� m�s fuerte. Llor�. Or� para que alguien me escuchara. Si lo hicieron, nadie vino a mi rescate. Sus pasos casi estaban sobre m�. Mis tacones no me dejaban correr. De repente, sent� brazos fuertes agarr�ndome. �Me hab�an atrapado! Trat� de luchar. Les di una patada y grit�. No me iba a dejar as� de f�cil. Yo era la perra brava de Long Beach, la Rivera rebelde que nunca perdi� una pelea. Pero eran tres contra una. Uno de ellos se hab�a quedado en el carro. Otro me tap� la boca con su mano enorme. El otro me arrastr� por las gre�as, jal�ndome por los brazos. Me echaron en el carro. Fue entonces cuando vi esos ojos verdes de nuevo. El ment�n prominente. El cabr�n del club. Me viol� en el asiento de atr�s. Una y otra vez repiti� las palabras que le hab�a dicho en el club: �D�jame en paz, cabr�n. D�jame en paz, cabr�n�. Se burlaba de m� en tanto me violaba. Mientras las l�grimas corr�an por mi rostro, decid� no luchar m�s. Pensaba en mis hijos, ten�a mucho miedo de que me fueran a matar y se quedaran sin mam�. Tal vez esos g�eyes me dejar�an vivir si me �comportaba�. Sent� c�mo poco a poco me estaba dejando vencer. Pod�a sentir c�mo la fuerza abandonaba mi cuerpo y mi mente. Ten�a miedo de que fueran a tomar turnos pero en cuanto el hombre termin�, le dijo a su amigo: �Saca a esta puta de mi carro. En silencio, al estrellarme contra la acera, le di gracias a Dios cuando me di cuenta de que ya se hab�a acabado esa pesadilla. Pero el da�o estaba hecho. Me sent� en el banquete, entumecida. No pod�a llorar. Me sent� aliviada por el simple hecho de estar viva. En ese momento jur� que nunca le contar�a a nadie de esta verg�enza. Dicen que cuando tienes un secreto te come por dentro, pero pens� que era mejor as�. Quer�a parecer fuerte delante de mis hijos y mi familia. No quer�a que nadie supiera de mi pena, y quer�a mantener mi identidad como Jenni, la Rivera rebelde que nunca hab�a perdido una pelea. Pero en mis adentros sab�a que hab�a perdido un pedazo de m� misma que nunca recuperar�a. Mi alma se hab�a roto, pero ten�a que hacer frente al mundo como se me hab�a ense�ado desde que era una ni�a: mantuve mi cabeza bien alta y segu� adelante. Era yo, despu�s de todo, una Rivera. Read more


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Books are everywhere. Libraries big and small and bookstores are splattered all over college campuses and larger cities. They are all filled with one of the most important things of all time—books. Those who read books appreciate the multiple places to find books. Those who aren’t fans of books, don’t understand what could make readers want to obsess over books. There is a reason for their obsession, though. You hear it all the time: read every day.Reading is important because it develops our thoughts, gives us endless knowledge and lessons to read while keeping our minds active. Reading books to help us learn and understand and makes us smarter, not to mention the knowledge, vocabulary and thinking skills we develop.In the world today where information are abundant, reading books is one of the best ways to be informed. Though reading might seem like simple fun, it can be helping your body and mind without you even realising what is happening. What makes reading so important? It can be for these reasons and not just knowledge.For those who don’t enjoy it, you might change your mind after hearing about the benefits. Can something so easy and fun be so helpful in your life? Of course, it can! Reading can be a great benefit to you in many different ways—such as sharpening your mind, imagination, and writing skills. With so many advantages, it should be an everyday occurrence to read at least a little something.Books can hold and keep all kinds of information, stories, thoughts and feelings unlike anything else in this world. Can words, paragraphs, and fictional worlds be all that great for you and your health? It definitely can, and it is a timeless form of entertainment and information

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